El año 2030 se presenta como un horizonte lleno de posibilidades y desafíos. Es un momento en el que la humanidad se encuentra en un punto crucial de su historia, donde las decisiones que tomemos hoy tendrán un impacto profundo en el futuro que heredaremos
a las generaciones venideras. Con la visión puesta en el año 2030, es imperativo reflexionar sobre los cambios que deseamos ver en el mundo y tomar medidas concretas para hacerlos realidad.
Nos encontramos
con avances tecnológicos bastante significativos y de evolución a un ritmo impresionante ya que hablamos de inteligencia artificial, biotecnología, energía renovable, exploración espacial entre otros y de donde siguen surgiendo muchas
preguntas como por ejemplo, ¿cómo podemos utilizar dichas herramientas para construir un mundo más justo?
Es imperativo abordar temas como la crísis climática, la desigualdad social, los cambios drásticos que puede sufrir
la economía, la “crisis” de empleo cuando la inteligencia artificial, si lo permitimos, nos desplace casi por completo al tener una base de conocimiento tan amplia. Vamos a enfocarnos en la desigualdad social, en ese sector de pobreza
extrema, donde el acceso a los alimentos y/o servicios básicos es muy limitado o nulo. De cara al 2030, debemos modificar nuestra percepción del mundo, entender que las políticas actuales siguen favoreciendo a los sectores con buen
poder adquisitivo pero que gran parte de ese poder viene de la explotación, ¿qué pasaría si se invirtieran los papeles?
Además, debemos tener en cuenta el impacto de la tecnología en el empleo y la economía. Si bien la automatización
y la inteligencia artificial tienen el potencial de aumentar la productividad y mejorar nuestras vidas de muchas maneras, también plantean desafíos significativos en términos de desplazamiento laboral y desigualdad económica. Es fundamental
que nos aseguremos de que la tecnología se utilice para el bien común y no para aumentar las disparidades existentes.
Con la visión puesta en el 2030, también debemos considerar el papel de la educación en la preparación de
las futuras generaciones. En un mundo en constante cambio, es fundamental fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y la adaptabilidad en nuestros sistemas educativos. Además, debemos promover la alfabetización digital y la capacitación
en habilidades tecnológicas para garantizar que todos estén preparados para prosperar en la economía del futuro.
En última instancia, alcanzar los objetivos para el año 2030 requerirá un esfuerzo colectivo a nivel mundial.
Necesitamos líderes visionarios que estén dispuestos a tomar decisiones difíciles en beneficio del planeta y de sus habitantes. Necesitamos una colaboración sin precedentes entre gobiernos, empresas, organizaciones sin fines de lucro
y la sociedad civil. Y, sobre todo, necesitamos mantener viva la esperanza de que un mundo mejor es posible si trabajamos juntos con determinación y dedicación.